sábado, 30 de julio de 2011

En blanco y negro


En blanco y negro sueño 
y me detengo en el sexo de un piano 
y qué son las palabras... 
y qué el silencio... 

Suspiran mis manos 
por ser la intimidad 
eternamente verde, 
dorada y fértil, 
en la curva precisa de los escalones. 

Soñar es dibujarse 
con los ojos abiertos, 
detenerse en el centro de la vida, 
la mano tersa 
y a la vez trabajadora.

© Alejandro Frías

sábado, 23 de julio de 2011

Las antípodas


   El silencio de la playa contrasta en mis oídos con todo el bullicio que evoluciona alrededor de las luces de neón. Aquí, apenas se oye el leve chapoteo que producen las aguas tranquilas al acariciar la orilla: Una canción de velas harapientas y mástiles torcidos. Una balada antigua, como esta soledad que siempre está y que a veces se digna a acompañarme sin ofrecerle un cetro a la violencia de mis pensamientos. ¿Qué mundos habrá, qué otro tipo de soledad existirá allende el horizonte, allí donde las aguas brillen azules bajo un sol recién nacido? ¿Qué clase de seres agotarán allí caricias de bronceador, rayos de sol y sombras de palmeras? Quizá también mis antípodas miren silentes hacia las brumas que cubren esta tierra. Quizá también, uno de entre ellos, se sienta extraño entre sus respectivos tubos de neón, hermético tras unas gafas oscuras que le protejan de estas negras murallas, salvaje en esta tierra enamorada de la bomba atómica. 

© Alejandro Frías

jueves, 21 de julio de 2011

La ciudad


   Siempre el mismo área de ciudad desde el mirador de mi ventana. El reloj, impertérrito, apenas susurrando el paso de la muerte con sus metálicas horas en punto; impávido ante ese gran escaparate de mierda en movimiento; impasible, viendo como el veneno se desliza por la soledad de una aguja; inalterable ante el vuelo sin retorno de las ambulancias.

   La vida bulle. La vida es un animal que hace cabriolas sobre cuchillos afilados que dormitan, que simulan estar bajo trance. La vida es la página necrológica del diario, lo que nadie lee, lo que a todos nos da miedo posar bajo los ojos. El conductor del autobús cagándose en la madre del propietario del automóvil mal aparcado. La boca del metro absorbiendo locos como una aspiradora morbosa, escupiendo seres esquizofrénicos como una gran tostadora de mal funcionamiento. Las luces del semáforo arrancando improperios del buzón de las aspirinas, repartiendo nervios, agotando paciencias. El mismo joven que ayer le robara el bolso a la chica de amarillo preguntándole la hora al guardia de la porra. El mismo aire poluto dibujando nubes oscuras por encima de los tejados.

   Este es el gran hipódromo. Si has decidido ser caballo de carreras: Bienvenido al reino de las tinieblas. Las cartas están sobre la mesa. Aquí no se engaña a nadie. Los políticos prometen en mangas de camisa. Los gobernantes sonríen en la pantalla. La muerte nos invita a café y ni tan siquiera nos escatima el azúcar.

© Alejandro Frías

viernes, 15 de julio de 2011


El cigarrillo pendiendo
De esa brecha cansada de escupir palabras
Serpiente interrogante de tu ausencia.

Palabras de holas y de adioses
De manos enredadas
Dirigidas a una taza humeante
A un resto de alcohol que vaticina
Sudor de potros encendidos.

Palabras de puertas abiertas
Y de puertas cerradas
La ignorancia tibia del tic-tac desatendido
Palabras de ropa interior
Palabras externas e interiores.

El cigarrillo serio
Tras la fachada vieja de este pertinaz ordenador
Oscura cueva de murciélagos
De trampas de sangre y de ficheros.

La frente limpia y arrugada
La desleal transparencia
Por donde navega tu rostro
Traicionero y maduro
Pesado como una estrella
Como un Dios apático y severo
Un beso ingrávido, espumoso y eterno.

© Alejandro Frías

sábado, 9 de julio de 2011

Fragmento


   Camino por la playa y llego al muelle, y también camino por el muelle. Las barcas se dejan mecer por las pequeñas olas de hermosos encajes. El mar respira sin dificultad, se deja poseer por la luna y guarda sus cuchillos lejos de mi mirada de suicida. La paz está servida en una fuente de cristal tallado y dejo que mi corazón se sirva los platos que quiera. Me voy serenando, reconfortando, y los astros agradecen que cese en mi eterno insistir. Me miman y alimentan con leche boreal; ahora que no hago preguntas son más justos, justos conmigo y justos con ellos mismos. Soy el hijo pródigo que vuelve a pacer con el resto del rebaño. 

   Un vagabundo llega y se sienta a mi lado. No dice nada ni espera nada de mí; no quiere limosna y tampoco le importa si le acaricio con la mirada. Le basta mi presencia; nota el calor de mi corazón, mi dolor, a través de ese conducto apenas perceptible que brota del silencio.

   Me ofrece un cigarrillo y yo lo tomo y sonrío, y entonces lo miro a la cara y le doy las gracias y le pido perdón por todos los ministros de la tierra.

   Fumamos en silencio, apenas notando la procesión de estrellas que ha venido a saludarnos.

   Y hablamos de barcas y de barcos y compartimos otro cigarrillo; y hablamos de caminos que existieron sobre las aguas y de una ciudad y un puerto y una casa y una familia y una botella de ginebra. Hablamos durante horas mientras yo me guardo las lágrimas en el armario de mi alma y digo "sí" o digo "no" y me convierto en volutas de humo y monosílabos mientras intento deshacer, con dedos torpes, el enredado nudo que aprieta mi garganta.

¡No! Es imposible. La paz no existe para mí. La guerra es demasiado evidente. Los tambores resuenan demasiado cerca. La sangre está en mis zapatos.

© Alejandro Frías

miércoles, 6 de julio de 2011


Morir sin apagón, hundirse el alma.
Sufrir el corazón un terremoto.
Deshacerse en añicos cada roto.
Derrumbarse sin prisas y sin calma.

Morir sin expirar, sin plañidera
que llore nuestra pérdida, sin luto,
y morir sin vivir cada minuto
y sentirse morir la vida entera.

Morirse de dolor, morir de daño
de no saber morir, de estar despierto;
vivo y muerto a la vez, mas respirando.

Vivir sin estar vivo, zozobrando.
Morir sin perecer, sin estar muerto.
Morir de desamor, de desengaño.

© Alejandro Frías

lunes, 4 de julio de 2011

Esperanza


Acariciar la esperanza 
Corcovada y vieja usurera 
Guardián terrible de esta ilusión. 

Atrapar al vuelo esa tenue mariposa 
Presunta prisionera de la luz 
Y dejarme llevar por ese río que nunca desemboca. 

Llegar a ser el testigo silencioso 
Del parto eléctrico en las calles más sombrías 
Hundir la mirada en ese suelo de serpientes 
Sin verter la protesta 
Ni la lágrima. 

Acariciar la esperanza 
Terrateniente insensible de este corazón resquebrajado 
Buscar la limosna de un recuerdo 
En todas esas calles que gritan tu nombre 
En esos tugurios de alcohol y melodías dulzonas 
Donde la nostalgia es cruel e invulnerable. 

Acariciar 
Eso sí 
La esperanza.

© Alejandro Frías

sábado, 2 de julio de 2011


Aprender a quererte
como el beso lento
del hombre desnudo
a la dulce arquitectura.

Tu sonrisa es la paz
de la puerta abierta,
el arañazo del gato que alimento
con el licor que un Dios desconocido
ha derramado en la alfombra de mi aliento.

La soledad que tengo
es una soledad contigo,
un cabaret de risas y de besos,
de uñas inquietas y brazos amarillos.

Es una soledad
-la soledad contigo-
de trenes viejos y toros en la arena,
de toros bravos y trenes con estrellas.

© Alejandro Frías.
Se me está olvidando el sitio 
por donde aún no te he buscado, 
por donde te he pensado tantas veces 
que más de un conductor suicida 
se ha aprendido mi nombre. 

Porque buscarte es lo que hasta ahora he respirado, 
llenando los bares de colillas,
las tazas de silencios, 
poniéndole el pijama a las farolas. 

Morfeo se apea en la estación de metro 
que tiene un graffiti con tu nombre, 
allí donde bosteza el vientre de la abeja 
y cambian divisas las hormigas. 

Porque buscarte es el lecho donde duermo, 
donde el líquido espeso se me enfría; 
se me está olvidando ese sitio.

© Alejandro Frías.

Presentación de "Alejandro y la pesadilla de Senoi".





El pasado viernes, día 10 de junio, fue la presentación, en la tienda de "Cómics Generación X", de la calle de La Puebla de Madrid, de la novela "Alejandro y la pesadilla de Senoi".


Primero hizo uso de la palabra David Velasco, en nombre de la editorial "Mundos Épicos", y luego lo hizo el propio autor, Alejandro Frías. Al acto también asistió Sonia Sanz Escudero, autora de la ilustración de la portada.










Desde aquí, quiero dar las gracias a todos aquellos que estuvisteis allí, alentándome con vuestra presencia. Como dice Ulises, en una de las páginas de la novela: "Que los sueños os sean favorables".

Una noche 
Como cientos de noches perdidas 
La caja de cartón 
Donde muy pocas veces 
Los sentimientos se aletargan. 

Alas frágiles e inhiestas 
Seductora mariposa aleteante 
Curva inmortal de la sonrisa espontánea 
Del prado verde al rascacielos malherido 
Y en el salón de estar 
Donde la vida fluye en trance tan extraño 
Escamas recurrentes como labios desnudos 
El acero embrujado de una cálida nevada 
La fascinante boca 
Fascinada 
De la anónima alcoba en la noche diluida. 

De la caja harapienta 
El coleóptero negro 
Terrores tan mundanos como un golpe de viento 
¡Cuánta desdicha almacenada 
En una sola frente! 
La soledad, la lágrima 
El estremecimiento 
La certeza letal, brutal como un abismo 
Imaginar que ya es pasado lo pasado 
Que ya es vivido lo vivido.

© Alejandro Frías.


   Durante el reposo la conciencia abandona el cuerpo y se desplaza por diversos reinos que no son de este mundo; por eso puede ser peligroso despertar bruscamente al soñador, sin darle tiempo para que el cuerpo y la mente vuelvan a reunirse.

(Antigua creencia china)

   Mi nombre es Iirmp, habitante del planeta seoerch, y mi misión es la de recorrer el universo en busca de vida inteligente, y en caso de hallarla, analizarla, compararla, estudiarla y aprender de ella. O puede que también la de prevenir a mis congéneres sobre ciertos caminos erróneos en los que el comportamiento inteligente pudiera derivar y poder así, de algún modo, poder manipular la evolución para que esta no nos lleve algún día por el mismo destino equivocado.

   Después de décadas vagando por diferentes galaxias, un pequeño planeta azul me ha llamado la atención. Sus habitantes lo llaman "La Tierra". Un lugar rico en cuanto a diferentes formas de vida, aunque no es precisamente el tipo de planeta que buscaba, ya que el comportamiento de sus habitantes es tan confuso y está tan lejos del razonamiento lógico, que me he visto en la obligación de hacer un alto en mi búsqueda para intentar comprender por qué una forma de vida pseudo-inteligente ha consentido que su sistema social sea gobernado por la mano intolerante de la más absoluta ignorancia.

©Alejandro Frías