Morir sin apagón, hundirse el alma.
Sufrir el corazón un terremoto.
Deshacerse en añicos cada roto.
Derrumbarse sin prisas y sin calma.
Morir sin expirar, sin plañidera
que llore nuestra pérdida, sin luto,
y morir sin vivir cada minuto
y sentirse morir la vida entera.
Morirse de dolor, morir de daño
de no saber morir, de estar despierto;
vivo y muerto a la vez, mas respirando.
Vivir sin estar vivo, zozobrando.
Morir sin perecer, sin estar muerto.
Morir de desamor, de desengaño.
© Alejandro Frías
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