Por recordarte
mi corazón no duerme.
Por recordarte
mi corazón es un templo donde cantan tristes corales;
infantes rubios vestidos de oro
llenan un largo espacio de clarines,
besan con fuerza un valle y lo repoblan,
cantan con voces lacias,
crepusculares.
Hay un paseo de flores inmaculadas
que nunca marchitaron.
Allí,
donde aún descansa tu mirada,
hay un jardín secreto que se ensancha,
que dobla y desajusta meridianos.
Allí,
nunca la oscuridad me visitaba,
tan sólo amanecía.
Hay un rumor de pájaros y auroras
bajo un clamor lejano de campanas.
Miles de mariposas sin pauta ni gobierno
buscan tus pechos en la hierba,
cambian sobre su lecho las escamas...
...hay un rayo de sol que me atraviesa
cruzando un laberinto de ventanas.
Por recordarte
mi corazón no canta;
ya no tiene palabras,
ni recorre caminos.
Todo es en ÉL espacio de tu huella;
todo presencia de tu olvido.
A menudo quisiera descender
a aquel pasado verde
y bajo angustiado los peldaños
de uno en uno,
camino su horizonte de espinas y malezas
buscando ese lugar donde tus labios se perdieron.
A menudo la noche me sorprende
caminando hambriento
sin hogar y sin palabras.
Yo sé que allí siguen tus ojos siendo míos,
y sé que yace indiferente al paso de la historia
el beso de tus labios repartido.
Por recordarte
mi corazón no vuela;
ya no tiene ni cielo ni estrellas.
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