La enfermedad de no tenerte tengo,
de no verte a mi lado la epidemia.
Me despierto sin sangre, y es anemia
que viene adonde voy, va donde vengo.
Se extiende hasta mi sombra esa pandemia,
navega por mis venas la dolencia.
Tu ausencia es un pecado, que no ciencia,
un pecado mortal, no una academia.
No hay hospital, ni apósito, ni venda,
ni cura, ni galeno, ni receta
que extirpen el sabor de este brebaje.
Sin un sólo propósito de enmienda,
me hiere el corazón con su saeta,
me inunda de dolor con su oleaje.
© Alejandro Frías